sábado, 15 de junio de 2013

EN HONOR A LA PARTIDA DE LILIANA GONZALEZ FLOREZ 14 de Junio de 2013


Bogotá 14 de junio de 2013

EN HONOR A LA PARTIDA DE LILIANA GONZALEZ FLOREZ

El aroma de pan horneado con leña se viene a mi mente y cuando cierro los ojos siento que camino por la entrada de una casa llena de bellos recuerdos de infancia. Allá como al fondo, escucho el golpeteo de cascos de caballo que al trote se convierten en un ritmo que acompaña la música de navidades relucientes y pesebres iluminados de gran tamaño, más adelante, el patio que se queda pequeño a la hora de reunir a la familia en torno a las historias de algunos meses de no verse, y que está enmarcado por las habitaciones donde empezaron los sueños de varias generaciones.

La sensación que extraigo de este recuerdo es de un inmenso bienestar cuando observo que se encuentran mis primos, mis hermanos, quienes en un millón de sonrisas siempre me tendieron la mano para abrazarme y hacerme sentir en casa. Reluce en este sueño desde una pequeña pero chispeante estatura, una linda y cándida niña que con ojos nobles y risa contagiosa abraza con fuerza y tímida terquedad una suave cobija a la que ella le llama “la mecha”, Lilianita me saluda tiernamente para hacerme saber que siempre esta y estará allí sin ningún recelo para ofrecerme su compañía.

Lili me toma de la mano y me muestra a su familia. Con un gesto jovial me dice que siempre vio a sus hermanitas como compañeras de juego pero sobre todo a Laura Carolina como un ejemplo de carácter y a Paula como una hermosa fuente de espontaneidad .

Con una mirada suave y enamorada, adornada por sus pómulos rosaditos, me dice que de su padre Carlos heredó la alegría corriente por sus palabras y sus acciones, le da las gracias por hacerla reir tanto que se acostumbro a siempre encontrar esta perspectiva en todas las situaciones.

Con un suspiro de profundo amor me señala a su madre Gloria, batalladora de miles de días, fuerte como un roble y me dice que de ella siempre admiró y por supuesto imitó con férrea entereza, la constancia y la fe de creer que siempre se puede.

Lili desde siempre demostró que si es posible ser noble, ser batalladora y vencer cualquier obstáculo, amar con humildad y entrega, nacer cada día para hacer más grande y trascendental la huella de los días que pasó en esta tierra.

Nos embarga una tristeza enorme, han sido momentos muy difíciles los que hemos vivido en estos últimos días y el dolor en el corazón es indescriptible. Las palabras no pueden describir todos los pensamientos ni las sensaciones que nos evocan la partida de Lili. En un arrebato del destino se ha creado un vacio inmenso que será imposible de llenar.

Despúes de muchos recuerdos brilla con más intensidad el que me envuelve el corazón: A la hora del desayuno se escuchan carcajadas y correteos detrás de las paredes, cuando abro la puerta veo a Don Miguel jugando como un niño pequeño con Lili a las cosquillas y la lleva, con un gesto de amor infinito la abraza y la sienta en sus piernas para nunca más dejarla ir.

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